Tuesday, July 15, 2008

Tiempo

Tiempo al tiempo, que el tiempo (dura) cura curó curará Curie todas las heridas. Bueh, heridas. Pero ponele que sí. Al tiempo lo que es del tiempo, porque el tiempo se lo ganó. Si este no es el tiempo, el tiempo dónde está, ¿eh?
-Comentario, es verdad que se lo ganó-

Y cómo me falta, ni un segundo de menos de hacer lo que tengo ganas, ni un instante de más a lo que sé que debería. En el medio el nueve a cinco que por vez primera (en su año y pico de vida, claro, sin contar terribles experiencias expectoradas PUAJJ! anteriores) agota y estorba. Se hace poco tener tardes brevísimas y noches robadas al sueño para disfrutar de. Saber soportar, supongo. Nada grave, todo bien agudo. Ritmo frenético para estos días larguísimos e imposiblemente cortos que se vienen doblando la esquina. Sí, eso.

¡Y cómo me sobra! Pienso a veces que pienso demasiado. Y pienso que pienso. Y qué suerte, pienso. Pero estaría mejor calmar la locomotora Fiat Materfer 1935 línea H, las horas de descanso reglamentario por lo menos. De tanto mirar para adelante me voy a terminar perdiendo el paisaje. Y justo hay cielo despejado. Hay que aprovechar, sí. La realidad, acá, por hoy, juguemos, no es más que lo que ven los ojos. -Comentario, que lindo lo que ven los ojos, sobre todo ahora que la graduación es la que corresponde-. Con lentes. Después, después vemos.

Hay mucho para hacer, y poco tiempo y demasiado tiempo. Y el tiempo justo. La pausa son cinco minutos, una hora mejor. El fasfórguar olvidate, uno ni da. Des ya vimos que no anda. El reguáin se rompió hace rato, por suerte. Del estóp ni hablo. Cuadro por cuadro, sonido cuadrafónico siete punto tres. Y con dos oídos cada vez más rotos.

A disfrutar del espectáculo, como diría pochoclín. Apaguen los celulares.


Ahora el cuelgue. Cada trazo de tinta hoy negra otro día azul hace historia de la más chiquita y personal, es tu forma de desvalijarme. De verdad, me acabo de fijar. Da sensación que estoy ante algo un poco más grande de lo que la partecita consciente de mi cabecita estropeada pueder llegar a entender. O no.

A todo esto, mi tatarabuelo (uno de ellos) llegó sin un duro a esta ciudad, porque el chabón que lo trajo en el bote (en ese momento todavía no habían construido el madero puerto) desde el transatlántico le cobró peaje/coima. Un hijo de puta histórico, en pleno siglo dieciocho.

Me voy a dormir.

1 comment:

Edu said...

Si, mejor anda que lo necesitas.