Ganas.

¿Ganas de qué? ¿Qué carajo tengo que ganar? Y de a poco me voy hartando. Aunque supongo que lo que realmente pasa es que me voy hastiando de mí mismo. Mejor me mando a la mierda y listo. Tarde. Ya fui y volví y traje remeras.

Y si pudiera cambiar, lo haría. Callate, bilingüe. Serás posible. Seré posible.

Escriba una pregunta. Andate a la programadora que te escribió. Re h4x0r. Te odio te odio te odio te odio te odio te odio te odio te odio te odio te odio. Sí, sigue funcionando. ¿Por suerte? Ampliaremos.

Aprovechamos esta pausa en el tren de pensamientos (uno de esos ramales que cerraron en la década del ’90) para acercarles un mensaje de nuestro auspiciante. Aceites Gazulo le recuerda que si trata mal al mozo, después se venga escupiéndole en el plato. Sálvese de un mal momento, tirándole Aceite 100% Girasol Gazulo hirviendo. Aceites Gazulo, te queman hasta las tarlipes. Dos puntos pé.

¿Saco el shuffle de la cabeza y lo pongo en el programa? Andá a saber. Es un garrón, de cualquier manera. Hoy sos una persona. Hablando de frases armadas. Hasta los dientes. Y de doble filo. Sé, un filito y a los yuyos. En fin...

Calesita aplastada por el desprogreso. Violación 50 metros. Todo a medio hacer, como siempre. ¿Y que mierda es la normalidad? ¿Me lleva el 60? Difícil desde Pompeya. A ver cuando pasa lo del volcán de una vez. O no, Qué Sé Yó.

Hay hombres abajo de la tierra que nunca vieron la luz del sol, y yo era uno de ellos. ¿Era?

Bueno, en definitiva. Ganas de qué, no sé. Ganas de seguir escribiendo, seguro que no.