Eso que quedó de anoche. Tu graña, y demases. Cosas (no tan) locas que uno encuentra cuando se pone a revolver. Y con los pelos, las ideas, los huevos, revueltos; ahí es cuando llega a uno y se empieza a calmar todo. Pero qué membrete igual, ¿eh? Dale un par de semanas de digestión y vemos si queda bien. Si no va a haber que volver a ajustar las cantidades. El problema, como siempre, es el protocolo. Que no está es el problema. Pero a no preocuparse que ya va a aparecer. Igual que todos mis amigos invisibles.
Tapando baches, no tan entretenido pero mejor que limpiar debajo de la cama. O adentro del ropero. Al fin salís, porquería. ¿A qué iba con todo esto? Bueh, mejor no hablar de ciertas Cosas. Mejor no pensar tampoco, a ver a quién le sale.
Respondiendo de la mejor manera posible a mi naturaleza, me volví a mandar una cagada. Tras otra. Tras otra. A los tropezones caigo donde caigo y de ahí me toca salir del pozo. Necesito uno de esos pantalones de Guybrush Threepwood, y meter una escalera adentro. A ver si eso ayuda. No caerme también, gracias.
Es como que no para, ¿entendés?, “¡Tás igual!” “¡Como reencarnar en una ballena inflable!” “¡Como la ex novia que te llama cada tanto!”. Recuerdos de infancia y no tan cuerdos. Descuerdos, más bien.
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